domingo, 24 de mayo de 2015

El Greco y Botero. diferencias

Botero
Pocos artistas hispanoamericanos han logrado tanta repercusión a nivel internacional como el pintor y escultor colombiano Fernando Botero. Su personalísimo estilo, que tiene entre sus rasgos más fácilmente identificables el agrandamiento o la deformación de los volúmenes, ha merecido la admiración tanto de la crítica como del gran público, que no puede sustraerse a la singular expresividad de una estética en la que las problemáticas humanas y sociales ocupan un lugar prioritario.

Sus primeras obras de retratos, paisajes y escenas costumbristas están realizadas con una pincelada muy suelta, que se irá empastando progresivamente, al tiempo que tanto la perspectiva como las figuras se hacen arbitrarias.
A principios de los años sesenta Fernando Botero se estableció en Nueva York, donde sus pinturas le granjearon una notable popularidad en el mercado artístico estadounidense. Entre sus obras más conocidas cabe destacar La alcoba nupcial,Mona Lisa a los doce años y El quite. Su traslado a París coincidió con sus primeros trabajos escultóricos, que compartían las características de su obra pictórica.

El estilo de Botero, plenamente figurativo, se caracteriza en lo plástico por cierto aire naïf y en lo temático por la representación de personas y animales siempre como figuras corpulentas, incluso claramente obesas.



EL GRECO
Aunque nacido en Creta, isla que en aquella época pertenecía a la República de Venecia, El Greco desarrolló su peculiar estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla natal como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra de Tiziano yTintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más influyeron en su pintura.

Aunque pintó sobre todo obras religiosas, se le deben también importantes retratos (Félix Paravicino, El caballero de la mano en el pecho) y algunos cuadros de temática diversa. La obra más admirada de El Greco es El entierro del conde de Orgaz, por el hecho de que el artista se valió de este acontecimiento para dejar constancia del momento en que le tocó vivir; para ello, dividió el cuadro en dos planos, uno celestial en la parte superior y otro terrenal en la inferior, de tal modo que la obra es al mismo tiempo un cuadro religioso y un retrato de grupo.
El plano superior, el celestial, no se aparta de sus restantes obras religiosas y presenta idéntico hondo misticismo y parecida intensidad dramática; la novedad se encuentra en el plano terrenal, donde los principales personajes del Toledo de la época, incluidos el propio pintor y su hijo, aparecen reproducidos con absoluta fidelidad.
De la conspicua producción religiosa de El Greco cabe destacar El Expolio de Cristo,El Bautismo de Cristo, La Adoración de los pastores y diversos Apóstoles, en los que resulta admirable la expresividad de los rostros y los ademanes.


En los últimos años de su carrera el artista pintó dos celebrados Paisajes de Toledo y un cuadro mitológico, Laocoonte, que sorprende por su temática, inusual en la España del momento. Sobre un fondo de hermoso paisaje, las figuras de Laocoonte y sus hijos se retuercen en su lucha contra las serpientes y el artista se sirve hábilmente de sus contorsiones para dotar a la obra de una composición admirable.


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